Como se mencionó en el último post, el eje HPA desempeña un papel fundamental en ayudar al cuerpo a responder al estrés, aunque el estrés crónico puede conducir a la desregulación de este sistema. Desafortunadamente, los niveles elevados de cortisol durante un período prolongado de tiempo pueden tener graves consecuencias para nuestra salud y bienestar general. Echemos un vistazo a cada sistema del cuerpo.
Sistema cardiovascular
Los estudios sugieren que los niveles elevados de cortisol a largo plazo pueden aumentar el colesterol, los triglicéridos y la tensión arterial [1,2]. De hecho, las personas con trastornos psicológicos relacionados con el estrés son más propensas a sufrir enfermedades coronarias, derrames cerebrales e hipertensión [3].
Además, en circunstancias normales, el cortisol desencadena la liberación de glucosa del hígado y contrarresta el efecto de la insulina para obtener energía rápida [1]. Tener niveles elevados de cortisol constantemente puede provocar un aumento constante del azúcar en sangre, lo que puede causar diabetes de tipo 2. Este tipo de diabetes presenta un mayor riesgo de dar lugar a una estructura y rendimiento cardíacos anormales (cardiomiopatía diabética [4]) y/o endurecimiento/estrechamiento de las arterias debido a la placa de colesterol (enfermedad cardiovascular aterosclerótica [5]), lo que podría provocar insuficiencia cardíaca [6].
Sistema respiratorio
El estrés puede exacerbar las afecciones respiratorias existentes y provocar dificultad para respirar, hiperventilación y ataques de asma [7].
Sistema gastrointestinal
Durante una situación de lucha o huida, el cortisol detiene funciones que serían no esenciales o perjudiciales. En el caso del sistema digestivo, la liberación de cortisol disminuye el flujo sanguíneo a esta zona, lo que provoca alteraciones en la movilidad, las secreciones, la permeabilidad y las bacterias del intestino, entre otras [3,8]. Esto puede exacerbar afecciones como el síndrome del intestino irritable y provocar diferentes problemas como náuseas, diarrea, estreñimiento y úlceras estomacales [9].
Sistema inmunitario
En general, el cortisol puede tener efectos tanto positivos como negativos en el sistema inmunitario. Mientras que la liberación de cortisol a corto plazo puede ayudar al cuerpo a hacer frente a factores estresantes agudos, la exposición crónica al cortisol puede provocar una desregulación inmunitaria y aumentar la susceptibilidad a las infecciones.
Por un lado, las rachas cortas de cortisol reducen la inflamación al inhibir la producción de citoquinas [10] (responsables de amplificar la respuesta inflamatoria) y la respuesta de algunas células inmunitarias, como los linfocitos B y los mastocitos (más información aquí) [11,12]. De hecho, existen innumerables trastornos inflamatorios tratados con la versión sintética del cortisol llamada corticosteroides, como la medicación para las alergias, el asma y las enfermedades inmunitarias [13].
Sistema musculoesquelético
Con el estrés crónico, los músculos se encuentran en un estado permanente de constricción [7]. Con el tiempo, la tensión muscular puede causar dolor crónico (dolor de espalda y cuello para la mayoría de las personas) y puede contribuir a otras afecciones como cefaleas tensionales [16], migrañas [16] y fibromialgia (una afección que causa dolor en todo el cuerpo) [17].
Sistema nervioso
El cortisol desempeña un papel importante en el ritmo circadiano del cuerpo, ya que su nivel es más bajo por la noche antes de ir a dormir y alcanza su máximo justo antes de despertarse [1]. Tener niveles elevados de cortisol de forma crónica puede provocar privación del sueño [18,19], lo que puede aumentar el riesgo de sufrir problemas de salud mental como ansiedad y depresión, y afectar al estado de ánimo, la memoria, la atención y la función cognitiva [20].
Sistema reproductor
La liberación crónica de cortisol puede interferir en la producción de estrógenos y progesterona [21], necesarios para el ciclo menstrual (más información aquí). Por lo tanto, el estrés puede asociarse con ciclos ausentes o irregulares, periodos más dolorosos y síndrome premenstrual [7, 21, 22]. En hombres, los niveles elevados de cortisol pueden contribuir a la disfunción eréctil, la motilidad y la morfología del esperma, al interferir en la producción de testosterona (más información aquí) [23]. En conjunto, todo esto puede aumentar la dificultad para concebir y mantener un embarazo sano. Además, el cortisol puede disminuir la libido en ambos sexos [7].
Experimentar altos niveles de estrés durante un periodo prolongado puede tener un impacto significativo en varios aspectos de nuestra salud. Es importante reconocer el impacto del estrés en la salud y tomar medidas proactivas para controlarlo antes de que provoque problemas más graves. Esto puede implicar cambios en el estilo de vida, como ejercicio regular, alimentación sana y técnicas de reducción del estrés como la meditación o el yoga, o buscar ayuda profesional. Al dar prioridad a nuestro bienestar mental y físico, podemos reducir el impacto negativo del estrés para disfrutar de una vida más feliz y saludable.
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Escrito por: Maria
Editado por: Natasha
Traducido por: María
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