La semana pasada desmontamos el mito de que las vacunas causan autismo debido al mercurio, puedes leer el post aquí. Esta semana abordamos otro mito muy extendido sobre la relación entre las vacunas y el autismo.
La historia de cómo las vacunas llegaron a ser cuestionadas como causa del autismo se remonta a los años 90, a raíz de dos artículos que aparecieron en la revista médica británica The Lancet. En 1995, se publicó que los individuos que habían sido vacunados con la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (vacuna triple vírica) tenían más probabilidades de padecer enfermedades intestinales que los individuos que no la habían recibido [1]. Uno de estos investigadores fue el gastroenterólogo Andrew Wakefield, que poco después publicó otro artículo “demostrando” una posible relación entre la vacuna y la enfermedad intestinal en 1998.
Wakefield especuló que la infección persistente con una vacuna de viva atenuada (donde el virus está debilitado) (más información sobre los diferentes tipos de vacunas aquí) causaba una alteración del tejido intestinal, lo que conducía a una enfermedad neuropsiquiátrica (concretamente, al autismo) [2]. La teoría que vincula la enfermedad intestinal y el autismo se conoce como la teoría del exceso de opioides, que postula que el autismo es el resultado de un trastorno metabólico causado por una membrana anormalmente permeable del intestino [3].
La verdad:
Aunque la investigación de Wakefield fue recibida con escepticismo inicial entre los profesionales científicos y médicos, atrajo una atención considerable. La noticia de la supuesta conexión entre el autismo y la vacuna triple vírica viajó rápidamente y alarmó a muchos padres de todo el mundo [4], provocando un descenso instantáneo en el número de vacunas tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. Desde la publicación de este artículo, la posible conexión entre la vacuna triple vírica y la enfermedad intestinal y/o el autismo ha sido objeto de una investigación exhaustiva, y no se ha encontrado absolutamente ninguna relación.
En 2004, el entonces editor de la revista The Lancet, Dr. Richard Horton, reveló violaciones éticas, fraudes y graves defectos en la investigación publicada por Wakefield y en 2010, el artículo fue retractado de la revista. Tres meses después de la retractación, en mayo de 2010, el Consejo Médico General de Gran Bretaña prohibió a Wakefield el ejercicio de la medicina en Gran Bretaña y revocó su licencia, declarando que había mostrado un "cruel desprecio" por los niños en el curso de su investigación [5].
Los criterios para diagnosticar el autismo se han vuelto más precisos, y los profesionales pueden diagnosticar mejor a los niños en sus primeros años de vida [5]. Debido a esto, y al hecho de que los niños reciben su primera dosis de la vacuna triple vírica en los dos primeros años de vida, mucha gente relaciona la vacuna como causa del autismo.
A pesar de que ningún estudio ha encontrado ninguna prueba que respalde la idea de que las vacunas causan autismo o cualquier otra enfermedad crónica, este mito, y el anterior (“Mito VI: El mercurio de las vacunas causa autismo”), se siguen utilizando como argumentos en contra de la vacunación. Esto hace que muchos padres duden cada vez más a la hora de vacunar a sus hijos, ya que el primer instinto de un padre es protegerlos siempre. Sin embargo, los científicos han hecho un trabajo muy bueno al llevar a cabo investigaciones notables para demostrar que las causas del autismo son variadas e incluyen principalmente factores genéticos y ambientales, en lugar de vacunas. Además, gracias a dichas vacunas, la mortalidad y la discapacidad infantil se han reducido considerablemente [6].
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Escrito por: Phaedra
Editado por: María y Natasha
Traducido por: María
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Referencias (inglés):
Thompson, N. et al. (1995) “Is measles vaccination a risk factor for inflammatory bowel disease?”, The Lancet, 345(8957), pp. 1071-1074. Available at: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7715338/
Wakefield, A. et al. (1998) “RETRACTED: Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children”, The Lancet, 351(9103), pp. 637-641. Available at: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673697110960/fulltext
Millward, C. et al. (2008) “Gluten- and casein-free diets for autistic spectrum disorder”, Cochrane Database of Systematic Reviews. Available at: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD003498.pub3/full
Jang, S. et al. (2017) “From Social Media to Mainstream News: The Information Flow of the Vaccine-Autism Controversy in the US, Canada, and the UK”, Health Communication, 34(1), pp. 110-117. Available at: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29028371/
Do Vaccines Cause Autism? | History of Vaccines. The College of Physicians of Philadelphia(2016). Available at: https://www.historyofvaccines.org/index.php/content/articles/do-vaccines-cause-autism (Accessed: 17 December 2021).
“Vaccines Reduce Childhood Mortality”. Nature Medicine, 2021. Available at: https://www.nature.com/articles/d41591-021-00014-8 (Accessed 17 Dec 2021).
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