Teniendo en cuenta que la infertilidad afecta aproximadamente al 15% de las parejas en edad reproductiva, es natural que nos preguntemos qué efecto tienen las vacunas del COVID-19 en la salud reproductiva [1,2]. Sin embargo la desinformación sobre los efectos de COVID-19 en la infertilidad se ha convertido en un mito malicioso.
Geoff Brumfiel, escritor de npr.org, junto con la ayuda de la empresa de investigación de Internet Graphika, rastrearon los orígenes de este mito. Durante la investigación encontraron que la raíz más plausible de este mito se originó en la primavera de 2021 cuando Alice Lu-Culligan, candidata a doctora en medicina especializada en el sistema inmunológico y la salud reproductiva, describió que muchas mujeres notaron un periodo menstrual más abundante después de recibir la vacuna. Lu-Culligan afirmó además que esta observación tiene sentido, teniendo en cuenta que el sistema inmunitario desempeña un papel en la menstruación, por lo que la vacuna podría alterar temporalmente el proceso [3]. Otra encuesta realizada por la Universidad de Illinois Urbana-Champaign también descubrió que miles de mujeres también tenían un flujo inusualmente abundante después de ser vacunadas, sugiriendo de nuevo que existe una relación entre el sistema inmunitario y la menstruación. Sin embargo sigue siendo difícil establecer un vínculo causal definitivo entre ambos [3].
Como este vínculo es fragmentario, muchos defensores antivacunas aprovecharon la oportunidad, y en muchos foros y grupos online surgió una charla en torno al tema. El mito cobró más fuerza después de que la Sra. Naomi Wolf, una activista antivacunas, tuiteara un enlace a un grupo de Facebook con la afirmación infundada de que "Cientos de mujeres en esta página dicen que tienen hemorragias/coágulos después de la vacunación, o que sangran de forma extraña cuando se encuentran ALREDEDOR de mujeres vacunadas. No está confirmado, necesita más investigación, pero muchos informes".
Wolf también tuiteó preguntas sobre si las vacunas pueden causar infertilidad y abortos. En los días siguientes, otras personas influyentes en Internet se sumaron a su causa y, finalmente, el mito apareció en los medios de comunicación convencionales. Luego se transformó y se ramificó en otras formas, afirmando que la vacuna puede acumularse en los ovarios y que la vacuna podría atacar la placenta [4]. Recientemente, un tuit de Nicki Minaj sobre los testículos del amigo de su primo en Trinidad, añadió más combustible al fuego sobre este mito [5].
La verdad:
En pocas palabras, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., los Servicios Nacionales de Salud del Reino Unido (NHS) y una serie de otros organismos sanitarios mundiales, todos afirman rotundamente que las vacunas COVID-19 no afectan a la fertilidad de los hombres ni de las mujeres, ni deben desanimar a nadie a la hora de intentar concebir [6,7].
Hombres
Siendo un poco más específicos, se hizo un estudio con hombres sanos que recibieron dos dosis de las vacunas COVID-19 basadas en el ARNm, y se demostró que estos no experimentaron ninguna diferencia significativa en la concentración de espermatozoides, el recuento total de espermatozoides móviles, el volumen de semen o la motilidad de los espermatozoides [8]. Esto sugiere firmemente que las vacunas no tienen ningún efecto sobre la viabilidad de sus espermatozoides. Sin embargo, el estudio está limitado por el pequeño tamaño de su cohorte, el corto período de seguimiento y la falta de un grupo de control adecuado. Además, aunque el análisis del semen es un buen indicador de la fertilidad masculina, no es un predictor perfecto [8]. Curiosamente, los hombres infectados por COVID-19 pueden sufrir posibles daños testiculares y una posible disfunción eréctil [9,10]. Por lo tanto, el riesgo que la infección por COVID-19 supone para la salud reproductiva masculina es mayor que el riesgo que supone la vacuna.
Mujeres
Como ya se ha dicho, parece que existe una relación entre la menstruación y las vacunas. Un estudio realizado en Japón demostró incluso que, al ser vacunadas contra el virus del papiloma humano (VPH), las mujeres participantes también experimentaron cambios en su ciclo menstrual [11]. Por lo tanto, este cambio observado en las mujeres tras la vacuna COVID-19 probablemente se deba simplemente a lo que parece ser una respuesta inmunitaria habitual a una vacuna. Afortunadamente, según un artículo del BMJ escrito por la Dra. Victoria Male, profesora del Imperial College de Londres, estos cambios o interrupciones parecen ser de corta duración [12].
En términos de embarazo, un estudio demostró que no había diferencia en la implantación del embrión o en el desarrollo temprano del embrión después de la vacunación de COVID-19 o de la recuperación de COVID-19 [13]. Además, otro estudio corroboró que no había diferencia en la tasa de embarazos accidentales en el grupo de control y en el grupo vacunado durante los ensayos de la vacuna contra el COVID-19, demostrando así que las vacunas no provocan esterilidad en las mujeres [14]. Por el contrario, se demostró que la infección por COVID-19 aumenta el riesgo de que las mujeres embarazadas tengan partos prematuros y de que los recién nacidos sean ingresados en una unidad de cuidados intensivos neonatales [15].
Conclusión:
En general, en términos de fertilidad, vacunarse ayuda a preservar la salud reproductiva. Es cierto que los efectos a largo plazo de las vacunas todavía parecen ser desconocidos pero, hasta ahora, el seguimiento que se ha hecho de vacunas anteriores ha demostrado que cualquier efecto a largo plazo aparece en las primeras seis semanas de su administración [16]. Afortunadamente para nosotros, este periodo de tiempo ya ha transcurrido.
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Escrito por: Renard
Editado por: María y Natasha
Traducido por: María
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Referencias (inglés):
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